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Entre los múltiples descubrimientos científicos aplicados a las artes visuales en el Renacimiento italiano, probablemente uno de los que mayor repercusión tuvo en el momento fue el desarrollo de la perspectiva. Gracias al mismo era posible por vez primera recrear un espacio artificial que ante los ojos impávidos del público lucía por lo menos verosímil. En un mundo de imágenes planas o simbólicas, con la escultura enfocada en una estética de efecto sensible y al mismo tiempo limitada por su propia materialidad, la pintura se convirtió en la reina de las artes por su capacidad de representar la realidad. Mediante convenciones entre quienes ejecutaban el cuadro y su audiencia se asumía que dicha ventana bien podía retratar una escena ficticia a la que se le dotaba de una dosis de veracidad gracias a este acuerdo entre unos y otros; el cual era posible en gran medida por el uso de la perspectiva.
La perspectiva cambió para siempre el paradigma simbólico de la imagen al dotarla del poder de la credibilidad. Dentro del cuadro todo es posible mientras la fantasía se sustente en la ciencia, eso es lo que la hace verdadera. El entramado de trucos científicos internos que dan la apariencia veraz es un trato tácito entre el artista, su público y la incipiente academia en forma de gremio. Entre todos regularon dichas convenciones para poder dar certeza al engaño. Lo que pasa dentro del espacio pictórico es real porque todos quienes lo presenciaban estaban en el mismo entendimiento; mientras mas hábil era el pintor para lograr la fantasía mas complejo era el mundo alterno que proponía a sus espectadores. El espacio pictórico era un mundo es si mismo, un organismo vivo donde todo lo que pasaba dentro de él era posible, con límites tanto físicos como simbólicos muy precisos.
Extraídos de los requisitos gremiales de la época renacentista, aún sentimos la necesidad de establecer marcos de referencia simbólicos donde las piezas de arte puedan existir congruentes a la realidad que plantean. El espacio simbólico muta en un entramado conceptual donde reposan tanto las ideas que propone el artista como las formas con la que elige expresarlas, todas contenidas en unidades psíquicas-simbólicas de sentido. Cada obra de arte es un organismo vivo necesitado de una infraestructura capaz de generar sentido y una estructura externa suficientemente sólida para contener dichas ideas. ¿Con qué hemos sustituido la muy eficiente idea antigua del espacio pictórico? Cabe hacernos la pregunta.
Wen Bandala / Cubo diagramado de líneas con 50m2 de base en el suelo y A sense of the protagonist, the narrative V |
Radharani Torres / Parting of the sensory y Novocain stain |
Luisa García / de la serie Home sweet wall |
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Más que un nacimiento, entendemos eclosión como un quiebre, un movimiento vital y necesario que rompe la barrera primigenia pero que al mismo tiempo implica la posibilidad de tenerla a la vista como un remanente del origen común de todo arte. Una fuerza que apunta al origen de estas historias.
Sobre el muro blanco, impoluto, prístino, símbolo indiscutible del espacio de exhibición, las casas que Luisa García (Yucatán, 1988) construye en su serie Home Sweet Wall (2014) nos absorben e invitan, no obstante su diminuto tamaño, a ingresar en ellas, a habitar el aire íntimo y cálidamente provincial que emanan. A través de relieves de unos cuantos centímetros pero ampliados en fotografías de gran formato, estas construcciones que apenas describen superficialmente sus fachadas, proyectan un espacio mayor, capaz de contener al espectador, como es el de la casa, al tiempo que son presentadas en un fragmento real de las paredes a las que aluden. El detalle minucioso de los relieves se expande, adopta los muros de la galería y genera de nuevo un espacio casi habitable, como el constante recordatorio de un deseo de arraigo que queda registrado en el plano del inmenso muro blanco.
En el otro extremo de esta vista entrañable del espacio y el material que lo construye, Cubo diagramado de líneas con 50 m² de base en el suelo (2014) de Wen Bandala (Estado de México, 1988), presenta otro tipo de muros, más mentales y abstraídos. Trabajando con fotografías de arquitectura comúnmente llamada minimalista, Bandala remueve la imagen de los inmuebles y deja sólo su silueta, creando –no sin un dejo de ironía– una forma blanca que apela al verdadero origen del término minimal, al de la escultura reducida a sus componentes más elementales. La remoción de lo innecesario ha insertado una entidad plástica imponente en el paisaje campestre, una presencia entre lo gráfico y lo escultórico construida a partir de una ausencia que hace visible el rastro de aquello que ha sido retirado, como en la serie Contrapeso (2013), en la que Bandala dibuja luces de estadios de futbol que, aunque aisladas de la tribuna y su contexto, pronto nos recuerdan su ubicación mediante la perspectiva desde la que son vistas, nos posicionan en el terreno de juego.
En contraste con el espacio ausente o aludido de estas obras, la perspectiva desde la que articula su visión Radharani Torres (Ciudad de México, 1982) pretende crear espacio desde cero. En un ánimo no muy lejano al de la intención renacentista por reconfigurar el espacio real a través de la construcción pictórica, las formas de Torres se desprenden, se tuercen, obedeciendo a un espíritu constructivo que nace de la manipulación digital y una sensibilidad declaradamente pop. Los escenarios que elabora en su pintura son protagonizados por personajes del imaginario popular, como Parting of the sensory (2014), en el que uno de los populares personajes de la serie de caricaturas My Little Pony se fragmenta y multiplica, dejando estelas de colores que dejan ver un interés por la pintura modernista de inicios del s.XX. Desprendidos de su origen infantil para teñirse de un tono más lúgubre, los motivos de Torres se encuentran en un fuego cruzado entre la investigación plástica más tradicional y un intenso y constante ajuste de cuentas post-adolescente.
Wen Bandala / de la serie Contrapeso |
Luisa García / de la serie Home Sweet Wall |
Radharani Torres / Breakthrough y The Line, it curves |
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Estas tres artistas representan una manera de forjar un espacio simbólico muy propio con el mismo propósito, contar una historia coherente dentro de los límites del mismo. Bandala sustrae para crear un espacio fantástico basado en lo real , García toma la parte por el todo y crea un universo complejo a partir de formas más bien simples. Torres parte de la nada, confía en su inventiva para hacer un mundo a su medida con su propia lógica. Por disímiles que pudieran parecer, estas historias a partir de distintos fragmentos de una misma realidad responden a una misma necesidad: la de elaborar su propia estructura para ser inteligibles. Lo novedoso repara en sus muy particulares métodos, lo demás es en esencia lo que han hecho los artistas durante siglos. El origen mismo del arte.
Wen Bandala / Cubo diagramado de líneas con 50m2 de base en el suelo y A sense of the protagonist, the narrative V |
Radharani Torres / Emotional Disabled y The Line, it curves |
Luisa García / Home Sweet Wall (detalle) |
Eclosión una producción de Noox en el marco del 13º Corredor Cultural Roma Condesa.
en colaboración con Preludio
Texto: Roberto García Hernández y Carlos De La O
Noviembre 2014
en colaboración con Preludio
Texto: Roberto García Hernández y Carlos De La O
Noviembre 2014